Morena debe decidir: o ser una opción antidemocrática, autoritaria y excluyente; o una incluyente, democrática y progresista para México. Lo que está detrás de la disputa interna en Morena, son dos visiones de cómo llevar a cabo el cambio del régimen político y del modelo económico, considera Alejandro Rojas Díaz Durán, .
Por un lado, está la actual Nomenclatura dirigente de Morena, quienes tienen una visión antidemocrática, autoritaria y excluyente; y la otra, los que estamos impulsando una Cuarta Transformación incluyente, democrática y progresista.
Éste es el fondo de toda la contienda: quienes desean llevarnos a un nuevo régimen político cerrado, en donde su visión autoritaria se imponga excluyendo a la mayoría del pueblo de México; y quienes pensamos que es necesario que se convoque a un Nuevo Acuerdo por la Nación, incluyendo a todos, particularmente a casi la mitad de mexicanos que no votaron por Morena y que –lo juzgo así– también tienen el legítimo derecho de participar en el proceso transformador del viejo régimen político, hacia un nuevo régimen sólidamente democrático y definir, con un amplio consenso, el nuevo modelo de desarrollo económico sustentable, que genere crecimiento, prosperidad, equidad y elimine para siempre la desigualdad y la pobreza.
El Nuevo Acuerdo por la Nación debe ser con todos, incluidos los neo conservadores del siglo XXI, porque como dijo Benito Juárez: «también merecen respeto, porque también son mexicanos».
Eso es lo que se debate en Morena. Los cargos son lo de menos. El tema es el rumbo que le vamos a dar a la Cuarta Transformación. Y la Nomenclatura es proclive y ha dado muestras fehacientes de que quieren llevarnos a un régimen político excluyente, autoritario y antidemocrático.
Su convocatoria es el fiel reflejo de su pensamiento oscuro, cerrado y obtuso.
Creen que una élite burocrática puede imponer un pensamiento único al pueblo de México.
Su convocatoria es facciosa, rencorosa y tiznada de prejuicios, porque al excluir a millones de lopezobradoristas, lo único que confirman es su inseguridad y su desconocimiento del México profundo. Le tienen desconfianza al pueblo de México, porque no lo conocen.
Sólo lo conocen en sus debates de café y en los cubículos en los que despliegan sus elucubraciones ideológicas y sueños guajiros.
No saben que ni siquiera podrán reafiliarse los muy pocos, porque no existen oficinas de Morena en las comunidades apartadas ya no sólo de Oaxaca, Chiapas, Veracruz o el Estado de México, mucho menos en Linares, Nuevo León, o acá en Nuevo Laredo, o la sierra de Guerrero.
El pueblo de México no tiene ni para el transporte para ir a las capitales de los Estados para ir a su hipotética reafiliación.
Mientras una de las dirigentes viaja en yet privado, a la otra le organizan sus giras desde las oficinas de algunos Delegados Federales, acarreando gente para sus eventos. Es vergonzoso. Así contó Rojas Durán.
Para rematar: no hay padrón confiable ni será confiable la reafiliación, porque no basta con auditar el padrón de hace 3 años. Es menester una campaña nacional de afiliación de Morena para que se integre un padrón confiable que brinde certeza de legalidad, imparcialidad, objetividad, equidad y transparencia.
Su convocatoria es el Pacto de la Nomenclatura en contra del pueblo de México, porque Morena es suyo.
La mayoría de los morenistas queremos una elección tal cual la describió ayer nuestro fundador, el Presidente Andrés Manuel López Obrador: «Que se deje en libertad a los militantes, a los ciudadanos, que decidan. Y una última recomendación, es que no estén pensando que la gente está dormida, porque se van a llevar y se van a seguir llevando sorpresas».